Rajoy, moción de censura… Pasapalabra

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Si no fuera un tema tan serio, podríamos  hacer el rosco completo del famoso concurso con los implicados en la trama de sobresueldos en negro, adjudicaciones fraudulentas y financiación ilegal del Partido Popular. Y nos faltarían letras. Con la A tenemos a Acebes, Arenas o Álvarez Cascos, con la B, al propio Bárcenas, con la C a Cospedal, y así podemos ir a la M de Mayor Oreja, la T de Trillo, hasta llegar nada más y nada menos que a la R del presidente del Gobierno, el Sr. Rajoy, que lleva meses mudo y murmurando entre dientes “pasapalabra” desde dentro de un plasma.
No se trata de un caso de corrupción puntual en el que uno o varios sinvergüenzas se aprovechan de la confianza de su partido, de las instituciones y de quienes les han votado para delinquir, sino de una trama generalizada de corrupción que ha durado décadas y que mina los cimientos mismos de nuestra democracia. Añadiré, para el gabinete de querellas masivas de Génova que añadan en el artículo cuantas veces quieran la palabra “presunta”.
Una trama de veinte años con varios tesoreros implicados, dos presidentes del Gobierno, ministros, cuentas en Suiza, donaciones ilegales a cambio de adjudicaciones de contratos públicos, ayuntamientos, comunidades autónomas; en fin, pocos ámbitos se han salvado de la podredumbre en uno de los partidos mayoritarios de este país.
Por eso resulta intolerable que ahora el PP intente despachar el tema en una rueda de prensa gritando “todo es mentira” una decena de veces, como un niño enrabietado. La estrategia que mantienen ahora, diciendo que el único delincuente es Bárcenas es tan ridícula como increíble. Hay que recordar que ha sido, hasta hace nada, tesorero del PP con sueldo, despacho e “indemnizaciones en diferido en forma de simulación”, y que recibía cariñosos mensajes de móvil por parte de Rajoy quien, por cierto, le pagaba los abogados. Nadie puede creerse que construyera esa fortuna de forma independiente, que pagara sobresueldos sin que nadie se enterara y que algunos empresarios le dieran muchos millones de euros, así, por la cara.
Ya deben ser graves las últimas informaciones para que Dolores de Cospedal tenga que afirmar para defenderse que la palabra de Bárcenas no vale nada porque está imputado en la trama Gürtel, olvidando que, hasta hace nada, decían que eso era un invento del juez Garzón y del PSOE. Pero lo peor no es siquiera que la trama afecte a personas con importantes puestos de responsabilidad y que todos ellos deban pagar judicialmente por los delitos que se hayan cometido. Desde luego, deben hacerlo y pronto. Lo peor es que han logrado socavar los cimientos de nuestra democracia, han generado una inestabilidad política sin precedentes y han puesto en riesgo, con ello, la recuperación de nuestra economía.
Se trata de un virus que se extiende contaminándolo todo. Un virus que ha abonado el terreno al “todos son iguales” y al populismo. La gente nunca entiende la corrupción, pero con seis millones de parados la indignación llega a cotas insospechadas. Por eso, es urgente reaccionar con algo más que palabras. Reformas electorales para que los ciudadanos puedan elegir mejor a los políticos mediante listas abiertas o primarias, más medios para los jueces, más controles tributarios y de las cuentas de partidos y políticos, más transparencia son, en definitiva, algunas de las cosas que podemos y debemos hacer.
Porque el caso Bárcenas y la implicación de Rajoy están llenando páginas en los periódicos internacionales y minando la confianza de los españoles y también de los inversores y medios internacionales que se preguntan por adelantos electorales. El daño es irreparable y ha destruido para mucho tiempo a la política española. Por eso, no vale con la estrategia de nuestro presidente, ya muy manida, de tumbarse en el diván, fumarse un puro, y dejar pasar el tiempo.
En cualquier país civilizado, Rajoy ya estaría en su casa y con él toda esa calaña de tipos que se parecen más a Los Soprano que a ministros de un país democrático. Hay mucha gente honrada en la política, también en el Partido Popular, y somos muchos quienes nos sentimos cada vez más asqueados con cada episodio de corrupción, esté dónde esté. Urge una rápida asunción de responsabilidades políticas, unas actuaciones judiciales contundentes y rápidas, y una limpieza en profundidad para que la gente pueda volver a confiar en quienes les representan.
Por eso, el PSOE volverá a pedir la comparecencia del presidente del Gobierno en el Congreso, en la sede de la soberanía popular. Si se vuelven a negar, presentaremos una moción de censura sin otra pretensión que obligarle a dar la cara y recuperar la dignidad de nuestra democracia. Así que, Sr. Rajoy, esta vez no vale con decir “pasapalabra”; su dignidad y la del país solo quedarán indemnes si acierta esta. Con la D: “Renuncia, abandono de un empleo o de una comisión”.